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Carta a todo los prófugos del mundo...

TERESA MÁRQUEZ

Noviembre, 2023


No hay tal pretensión de objetividad en las ciencias sociales. Ni siquiera en las ciencias duras. La mecánica cuántica mostró ya en los años 30s del siglo pasado que los átomos y los fotones (o luego los quantum) puede tener diferentes estados simultáneamente. O, como el experimento ficticio más conocido popularmente demostró, un gato (El Gato de Schröndinger) puede estar vivo y muerto al mismo tiempo hasta que alguien lo observa dentro de la caja. Entonces, lo discutible, el meollo del asunto (al menos de estas líneas) no es la realidad, sino su observación. Observación que es inconclusa, incompleta, corruptora y corruptible, es decir humana.


Las ciencias sociales como campo, buscan o proponen procesos de disciplinamiento institucionalizado de las formas de observación, no de la realidad, no de las experiencias individuales, sino de la observación entrenada más allá de las creencias.


Creada con Bing. Prompt: una imagen tipo ilustración que represente el escape del método científico en ciencias sociales (Nov.11, 2023)



Una creencia es ciertamente una regla para la acción, una disposición que guía nuestras acciones con el fin de satisfacer nuestros deseos, se basa en lo real, lo fija hasta establecerlo como un principio de verdad. Una creencia es un hábito y Pierce decía que la función de la creencia es que el pensamiento cese. Después nos dirían los sociólogos que es una forma de operar de la estructura.



Pero una creencia puede fracasar. Un ejemplo está en el último éxito de Shakira (“El Jefe) cuando dice:

Estás soñando con irte del barrio Tienes todo pa' ser millonario Gustos caros, la mentalidad Solo te falta el salario

Las creencias académicas (hábitos) también fracasan como lo busca demostrar Daniel Mendoza en su tesis. Hay marcos institucionales, capitales y trayectorias que pueden explicar ese fracaso. ¿Y dónde estaría la agencia académica para resistir a esos capitales heredados y esas culturas institucionales? ¿Dentro o fuera del pensamiento y de las observaciones disciplinadas?


Si seguimos a Stephanie (que expuso el martes sobre la identidad en jóvenes autistas), y tratamos de escapar a los planteamientos dicotómicos y como el gato de Schrondinger nos mantenemos en ambos estados esperando que la observación nos defina, debemos reconocer que hay ciertas constantes de la observación… por ejemplo, vivo o muerto el gato siempre estará en la caja, sea que dudemos del método científico estamos en el campo voluntariamente (y hoy más que nunca privilegiadamente).

Y hay una regla del campo del capitalismo académico que no es la exactamente la publicación, sino algo que subyace a ella (idealmente): la lectura.


A mi entender queridos prófugos del mundo, no leemos para saber qué dijo fulano o zutana como un fin agonístico en sí mismo, leemos para entender, para dudar del mundo, de nosotros mismos y de nuestras creencias. Lo que leemos define también nuestras identidades académicas. Curiosa paradoja, leemos para dudar mientras conocemos el objeto de nuestra duda.



Alguien mencionó aquí en un comentario a García Canclini hace unos días (por cierto mi profesor de teoría de la cultura en la UAM – Iztapalapa), pues bien, él cuestionó hace mucho que no puede decirse que los mexicanos leen poco si consumen contenidos multimediáticos en grandes cantidades. Amparada en este marco me animo a dar un ejemplo de lo que quiero decir sobre la no-dualidad entre razón y emoción dentro del método científico con base en mis consumos culturales.






Uno de ellos son videos de músicos o de entrenadores vocales (vocal couch) que comentan temas del momento o clásicos. Una vocal couch siempre inicia diciendo “estamos aquí para hablar e interrumpir, si lo que quiere es escuchar la canción puede ir a ver el video y dejo abajo la liga en la descripción”. Efectivamente, podría saltarme el análisis técnico plagado de términos que no entiendo y entregarme a la escucha del tema de mi interés. Pero irme al video sería permanecer en el campo del disfrute, de los deseos, de los gustos, de la creencia ingenua masajeada por el auto tune). Mi gusto por la música me lleva -ya que no puedo enunciarla-, si a querer comprenderla, explicarla, que acalle mis dudas, quiero saber porqué me gusta o me disgusta un tema y quiero que lo que me gusta, me guste más.


Saber por ejemplo que un twagn depende de una correcta manipulación de la glotis, o que un compás demorado hasta 6 negras puede darle más onda a un tema, ha ampliado los géneros y los temas que ahora consumo (gozo, disfruto)



¿Pienso la música y no solo la disfruto como en realidad debe de ser? Sí, la pienso pero eso no me hace ni perder el disfrute ni dedicarme exclusivamente a decodificarla técnicamente. Igual río, lloro, me calmo, me arrebato escuchándola. Y río, lloro, me calmo cuanto más la aprecio, la entiendo, la observo con mi entrenamiento de Youtube.


De igual manera, seguir las reglas del campo, implica conocerlas, saber que quizá algunas de mis dudas ya fueron hace tiempo superadas, que hay nuevos cuestionamientos epistémicos a los que quizá mi creatividad y mis energías deban entregarse. Y puedo igualmente emocionarme, conmoverme, indignarme, resistir y combatir mientras razono, argumento y verifico.



Finalmente mis queridos prófugos, en lugar de terminar con un llamado a la acción como correlato lógico de estas líneas, les dejo a su razón y a sus creencias esas líneas que aquí no escribiré, solo quisiera robarme ahora una frase de Bertrand Russell que de alguna manera guían mi propia acción como profesora, investigadora, como directora de tesis, y que podría considerarse como una suerte de indicador del éxito o fracaso de mi trayectoria (¿ o el éxito o fracaso de mis tesitas?) : “Enseñar a vivir sin certezas y al mismo tiempo a no ser paralizado por la vacilación…!



*Por Teresa Márquez . Texto leído en el Coloquio de Tesitas 2023 del Posgrado en Ciencias Sociales

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